viernes, 30 de enero de 2009

De aniversarios luctuosos.

Enero es uno de los meses en que tengo varios seres queridos que recordar en los aniversarios de su muerte. El 24 mi abuelo paterno, mi Papá Pepe, que después de haber sido un abuelo lejano, en sus últimos años aprendí a entender un poco cual era su motivo para ser tan egoista y si no a quererlo por lo menos a simpatizarme. Murió hace 44 años.
El 27 mi tía Alicia, única hermana de mi papá con la que tampoco tuve una muy buena relación y, que a su muerte, al quitar su casa encontré que a lo mejor hubiéramos sido buenas amigas; por alguna razón no fué así y lo siento, más por ella que por mi, pues no tuvo hijos y quizá mi cercanía hubiera paliado un poco la ausencia que debe haber sentido por su falta. Murió hace 25 años.

Y más determinante aún, el 28 murió mi madre. Mujer excepcional, buena sin alarde, llena de paciencia, poco expresiva pues no le enseñaron a serlo aunque muy cariñosa con los niños pequeños y sumamente respetuosa del derecho de los demás. LLevó una vida en la que hubo de todo, millonaria de niña y jovencita, conoció la miseria después en sus años de casada, miseria tanto económica como emocional, sufrió el abandono de mi papá por unos años, mismos en los que murió su madre, se vió obligada a recibirlo nuevamente por hambre, porque nosotras, mi hermana y yo, pudiéramos vivir en una mejor situación, pero nunca se recuperó del todo. A pesar de eso nos dió una buena vida, nunca nos habló mal de mi papá, nos enseñó a quererlo y a respetarlo y llegó a los 50 años de casada con él en más o menos paz. Murió hace 16 años y cada día la recuerdo de una forma u otra, "como decía mi mamá...", es una frase muy común en mis labios, en fin que está presente siempre.

Aqui estás conmigo siempre mamá...

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