martes, 14 de abril de 2009

Continuamos con el artículo de Manuel Machín Gurría.
Un consejo fugaz y generoso: Comprad amor adolescente, hermoso, fruta de los mercados, venenosa, medio casi podrida, pero hermosa. Comprad ese amor,
recuerdo espeso y triste, con propina. Al crédito nocturno pagad moneda y gota.
Y por cambio exigid una noche redonda y un rostro dividido, abstraído en recuerdo de otros rostros buscados, cara que pagáis por no pagar el nombre, cara sin nombre paladar sin boca, voz que no tuvo timbre, vuelco de agua, voltereta alta, fruta de dos
mordidas que se arroja medio casi podrida, pero hermosa.

Dos amantes son dos cuerpos ciegos que se intuyen. La unión se logra. El hombre y la mujer se piensan uno. La espléndida conciencia que engañamos nos repite, sin embargo, que no es cierto. Y a los pocos minutos, cada uno recobra su aplastante respeto no tocado.

Cada edad tiene un rostro y una piel señalados, precisos, parecidos, pero jamás iguales en el amor que ofrecen y en el amor que aceptan. Los trece años son años en donde quien los ama debe tener cuidado de inventar nuevos juegos. Nunca debe reñir en forma abierta. ¿Los catorce? estupendos, un año más que trece. De los quince a
los veinte hay seis años iguales en todo salvo en algo que se apila en la vista. Rostro de trece, suave, cabellos largos, amor torpe y pequeño pecadito de leche. En los catorce, rostro que se marca en los labios con un beso no dado por mal coquetería. A los quince, ese rostro busca espejo y tragedia. Rostro de dieciseis, un rostro diligente, puntual en sus esmeros, con la sabiduría exacta de la entrega parca o desesperada segun sea necesario. Diecisiete, dieciocho, diecinueve...sin rostro, solo sus cuerpos
cuentan. Y los veinte, ventura de un rostro ya sabido y jamás agotado. La piel
es diferente de los trece a los veinte. Cada año que pasa se vuelve más desnuda.
Después de una edad metafórica, el amor pierde en río lo que gana en océano. Todas
poseen cierta cualidad de ahogo. Hasta la simple gota que cae del ojo de la mujer fea.

Siempre cambiar de sitio. Hace una breve noche no pude encontrar sitio donde construir mi choza y me quedé dormido en la intemperie.

Dos cuerpos humanos desnudos que se unen instándose a la mutua situación admitida. Facultad de elección donde los dos eligen la misma obligación desobligada.

Te quise, sí, te quise. Pero me quiso otra...

El hombre sabe. La mujer presume. Pero siempre los dos están de acuerdo en
ignorarse para repetirse. La imaginación amorosa está de más. Siempre es mejor
encender la luz por un momento y al apagarla confiar en la memoria.
¿Recuerdas?Es cierto. Yo tampoco. Ensayemos de nuevo.

Las manos lo hacen todo, hasta quedarse quietas. La mujer que no besa con
los ojos cerrados carece de la virtud del apoyo. Como si el sol espiara antes de salir para convencerse de que el día es propicio.

El amor físico, ese dolor ambivalente y rápido.

Llegar a viejo sin haber conocido el comercio carnal no es reprochable. Es sencillamente tonto.
El amor profesional supone incontables peripecias para quien lo vende y para quien lo compra. Las matemáticas siempre han sido enemigas de la fantasía. Uno por
dos...¿Acaso no es mejor pensar que arrojan uno?

La educación erótica es un mito. Los grandes amantes de la historia son autodidactas.

Dime que me amas. (Rápido, dilo rápidamente. que no se entere el aire)

El amor, ese admirable boceto de la rueda. En los ojos y por ellos, el rostro del que ama posee la facultad irreparable del vigía: puede cerrar los ojos si así lo
juzga conveniente. Aunque suponga la muerte colectiva.

Las dolencias de amores son lamentos que todos comprendemos en el grado
callado e íntimo del recuerdo. Escucharlas en otros, nos parece, sin
embargo, estúpido. Hay tres clases de hombres que las dicen con el idioma
intermedio entre el valor y el ridículo. Son ellos, el niño, el suicida y el
poeta. Los tres pertenecen a la misma raza de desvergonzados.

¿El amor? Ssshhh...calla, no existe. Es sólo una palabra cómoda para vestir
de lógica aquello que, por su naturaleza, está siempre desnudo.

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