Y volvemos a Salvador Novo.
Adán Desnudo
Si, seguimos en pie
mas como el polvo erecto en las estatuas
conservado en la sal que nos cubre y petrifica,
huecos, como la voz en las cavernas, sujetos por los cíngulos del tiempo,
vendados en los círculos del tiempo,
cautivos en los muros que uno tras otro alzaron
para construir su mundo hereditario
los hombres que abdicaron sus potencias,
que huyeron temerosos de selva y mar
para encerrarse en claustros,
a divorciar sus lenguas en países,
a congregar su miedo en las ciudades,
a aislarse en casas y cerrar de puertas,
a acoger en los templos su vanidad de dioses,
humillarse en palacios,
a guarecer en cuartos jactancia y cobardía,
a amarse tristemente en las alcobas,
sobrevivir en plúteos, en archivos,
en ataúd, en tumba y monumento.
En siglos fue forjada
la cadena perpetua que nos ata.
Así, las momias, los santos, los héroes,
los padres, los beneméritos, los apóstoles,
los maestros, los sabios,
los códigos, los lábaros,
el sacrosanto hogar, el deber, el honor,
el sacrificio, la condecoración,
el título, el diploma,
escapulario y hierro del esclavo.
Y de pronto, luz de alborada, ciega,
violenta nuestros ojos.
Nuevos Adanes muerden, con dientes firmes
manzanas sin pecado,
hienden sus brazos fuertes
el cristal de los ríos,
derriban muros, puertas, nichos, fronteras;
surgen por todos los horizontes
en busca de si mismos
recreados sin asombro en sus propias imágenes,
las reconocen, danzan, gritos de júbilo
vibran en sus gargantas nuevas,
no hay pasado que abrume sus espaldas,
no hay uniforme que amolde, que amortaje sus cuerpos,
no hay temor ni doctrina
que les unza a una continuidad interrumpida.
La vieja herencia a gotas decantada,
nuestras viejas palabras, la lengua carcomida,
la estrecha celda que para ellos construimos
y a que intentamos reducirlos
no les bastan, ni sirven, ni contienen, ni expresan.
El mundo es solo suyo,
el que ellos reconquistan,
aquel que no supimos nosotros que era nuestro
y trocamos por éste que ahora ellos derrumban.
Un mundo sin fronteras, ni razas, ni ciudades,
sin banderas, ni templos, ni palacios, ni estatuas.
Un mundo sin prisiones ni cadenas.
Un mundo sin pasado ni futuro.
El mundo no previsto por los hombres
cautivos en las criptas del nuestro,
soñado acaso, presentido apenas,
por el desnudo Adán del Paraíso
Este fue Salvador Novo (1904-1974).
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*Imagen generada por NightCafé AI *
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