Juan Laris Ordorica, el Caballero Laris para la gente del Aguascalientes de los 20, el Sr. Laris para sus empleados en la fábrica de hilados y tejidos de lana en los 50 y Juanillo para mi mamá, mi papá fue un buen hombre, con sus defectos como todos y sobre todo con una gran necesidad de ser reconocido por no haber tenido nunca el reconocimiento de su padre que buscó siempre, en fin todos tenemos necesidades no resueltas que arrastramos y, que con suerte y paciencia, un día vencemos. Si él lo logró o no es irrelevante, estuvo con nosotras tres, mi madre, mi hermana y yo de la mejor manera que pudo.
Tuvo una relación muy importante con Ana, mi hija mayor y con mis otros hijos Rubén y Adriana en menor grado, pero siempre estuvo pendiente de ellos, corrigiéndolos, ayudándolos en su camino y a mi me enseñó a amar la literatura y la buena música.
Lo extraño. De repente me encuentro preguntándome algo que no recuerdo y pienso "mi papá lo sabría", era un hombre muy culto y con un gran entusiasmo, hasta el último momento, por aprender. Hizo su único viaje a Europa a los setenta y tantos años y lo disfrutó enormemente pues fue su sueño logrado y aunque comentaba sobre su cansancio por la edad, disfrutaba contando lo que vió y lo que ya conocía por haberlo leído antes.
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